Por Cristofer Denis | Foto: archivo.

Como si se tratara del mítico ‘El último pasajero’, de un juego de llaves dependía el acceso de los enviados especiales de las radios al clásico.

La prensa, citada a las 14h, debe acceder por los estacionamientos del sector Océano del recinto de Macul, pero, a las 14h13, aún no era posible el acceso. Portón cerrado y con la gente buscando las llaves, igual que en Sábado Gigante, para ganarse la casa.

Nuestro cronista José Ángel González miraba atónito la escena y nos volvía a poner la alerta a las 14h31: “llegó otro manojo de llaves y adivinen: no eran”.Con elegantes 40 minutos de demora, el candado se abrió.

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Pero no es la primera vez: la Villa Panamericana también sufrió con las llaves de acceso: previo a la llegada de los deportistas, la constructora entregó las llaves, pero sin identificar. Todo el mundo empezó -manojos en mano- a buscar las llaves para resolver la -tragicómica- situación.

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